En el mundo del cannabis la genética KUSH es una ilustre familia, con apellido de rancio abolengo y categoría de leyenda
Antes de abordar este tema, es importante conocer un mínimo las circunstancias socioculturales de la época en que las genéticas Kush comenzaron a popularizarse entre los cultivadores de marihuana. Era la época hippie, cuya doctrina se dio a conocer como “la contracultura”.
A mediados de los años sesenta del pasado siglo, las circunstancias económicas y sociales de parte de Europa y los EEUU, ( en especial el estado de California) experimentaron un gran cambio que repercutiría en todos los aspectos de la vida. En efecto, al poco tiempo de finalizar la segunda guerra mundial y la guerra de Corea, los norteamericanos comienzan a experimentar un resurgimiento económico sin parangón. Lo mismo había sucedido en algunos países de la vieja Europa que, tras padecer la segunda gran guerra, tuvieron que reconstruirse, lo cual conllevó un gran dinamismo económico. Con ya de por sí una situación así de particular, los EEUU se ven de nuevo inmersos en otra nueva guerra, a miles de kilómetros de distancia de sus fronteras, y con la que poca gente se sentía identificada: la guerra de Vietnam.
Bajo estas circunstancias, la juventud experimentó un cambio de pensamiento existencial de suma importancia: el espectacular despertar económico. Esta bonanza financiera trae aparejada un sentimiento que, hasta hacía poco, no tenía cabida en la mentalidad de la mayoría de los jóvenes: el deseo de conocer otros lugares y otras culturas. A este cambio contribuyeron también las diversas formas de expresión cultural, entre las que cabría destacar la música y la literatura. El movimiento hippie estaba en marcha y la marihuana se convirtió en uno de sus más emblemáticos signos de identidad.
En aquella época hacía furor un escritor de talla mundial que narraba los placeres del hecho de viajar. Lo más importante no era llegar a cualquier destino; lo realmente relevante era el viaje en sí mismo. Su nombre era Jack Kerouack, considerado por muchos, el primer hippie, y que pronto se convirtió en un escritor de culto. En sus libros, Kerouack (En la carretera, por ejemplo) escribía constantemente sobre el enriquecimiento personal que le proporcionaban sus viajes. Y, por supuesto, hablaba de la marihuana como sustancia que producía interesantes estímulos de la percepción a aquellos que la consumían. Hasta tan sólo unos pocos años antes, la marihuana era considerada un producto utilizado por los “negratas” en sus pervertidas expresiones culturales, y poco más.
Pero a Kerouack se le unieron otros jóvenes intelectuales; sobre todo músicos, juglares de una época, cuyas canciones pronto se convirtieron en himnos sin fronteras y que, en pleno auge de la industria de la música, pronto llegaron a millones de jóvenes de medio mundo. Las bases de otro tipo de turismo estaban sembradas. De esta manera, en gran parte gracias a la música de grupos como The Beatles, la juventud fijó su mirada en países exóticos y lejanos, que, como la India, consideraban el cannabis una sustancia psicoactiva y medicinal que nada tenía que ver con la versión satánica que los diferentes gobiernos tenían de ella.
En aquellas circunstancias, nació un pequeño proyecto, The Magic Bus (el autobús mágico), que partía de Amsterdam en un viaje cuyo destino era la India y Nepal. El legendario grupo británico The Who, le escribió una canción que, bajo el mismo nombre, Magic Bus, contribuyó notablemente a despertar ese interés viajero de la juventud. Aquella singladura era, para millones de jóvenes, la gran aventura de sus vidas. Aquello les parecía y, sin duda, lo era. De hecho, el Magic Bus continuó operando durante más de una década hasta que, finalmente, los conflictos armados de algunos de los países que recorría, y el asalto a los autobuses por parte de algunos bandidos locales, pusieron fin a esta forma de conocer el mundo por poco dinero y con la garantía de grandes emociones. Para llegar a la India, el autobús tenía que recorrer miles de kilómetros, atravesando diferentes países situados en la Cordillera del Hindu Kush.: lugar de origen de los primigenios cultivares Kush. Aquel viejo bus estaba destinado a traerse consigo una leyenda.
El Hindu Kush se trata de un macizo montañoso de Asia, ubicado al oeste de la Cordillera de los montes Himalayas: las montañas más altas del planeta. En realidad se trata de una prolongación de estas. Supera los 1000 kilómetros de longitud y abarca diversos países: Afganistán, Pakistán, China, Tayikistán, India, el antiguo Turkestán y otros. Son montañas, de sobria y árida belleza, cuya altura puede alcanzar casi 8000 metros de altura en algunos de sus picos más elevados. Es precisamente en los valles ubicados entre estos majestuosos gigantes, donde se encuentran los valles en los que se produce esta variedad de cannabis. Hay que tener en cuenta que la mayoría de estos valles están a 3000 metros de altura, o quizás algo menos. Es decir, son plantas adaptadas a alturas de vértigo en las que las noches pueden ser muy frías.
A través del Hindu Kush, se encontraba la antigua ruta de la seda y otros accesos que comunicaban el Oriente Medio con Asia Central y el Lejano Oriente. Estas rutas eran la única manera de viajar entre tan distantes localizaciones. En sus días Marco Polo la cruzó en varias ocasiones. En la década de los sesenta muchos Marco Polos hicieron lo mismo, pero a bordo del Magic Bus.
Durante cientos de años, si no más, ya que no se sabe con exactitud, los habitantes de tan extensa zona, las tribus pastunes, se dedicaron al cultivo del cannabis. Por distintas razones: lúdicas, medicinales y comerciales. El hachís que obtenían, de distintas maneras, era considerado su oro negro. Y así ha continuado siendo hasta que la guerra entre Afganistán y la URSS cambió la situación económica de toda la zona ya que, en efecto, era mucho más rentable cultivar papaver somníferus, el opio, que cannabis. De hecho, la zona comprendida entre el Hindu Kush y el antiguo Turkestán, es el lugar donde nació la subespecie Cannabis Indica ssp Afghanica. Es decir, lo que conocemos como genética Kush. Esto no sucedió de un día para otro. De hecho los pastunes tuvieron que dedicar tiempo a “domesticar” las plantas silvestres de cannabis para conseguir así una mejor extracción del producto estrella: el hachís, que es la resina de la planta. La resina es más sicoactiva, más fácil de transportar y más fácil de comercializar que las flores.
Aquellos viajeros del Magic Bus se quedaron gratamente impresionados con la calidad de aquellas extracciones. No creáis que su sorpresa se debía a falta de criterio comparativo. Porque, y lo cuento por mi propia experiencia, la marihuana que se encontraba en las calles de ciudades como San Francisco, era extraordinaria. Hablo de la AUTÉNTICA Colombia Gold, la AUTÉNTICA Acapulco Gold, la Thai Stick y otras que, con un par de caladas a un miniporro, despegabas en un viaje estratosférico. No, aquellos jóvenes que tenían la experiencia del Magic Bus, quedaban impresionados con la resina afgana, con toda la razón del mundo. Tuve la suerte de probarla y en verdad era una auténtica Reina del cannabis.
Durante los sesenta y principios de la década de los setenta, algunos americanos de California se dedicaron a llevarse semillas y clones de las matas para cultivarlas en su país. Como ya he dicho, hasta esa fecha, las únicas marihuanas que se encontraban en California provenían de países tropicales como Colombia, México, Tailandia etc. Siendo sativas, la mayoría no llegaban a florecer del todo antes de la llegada de los fríos del invierno, y morían.
La hibridación de las Kush y el comienzo de los cultivos en interior supusieron un antes y un después en el cultivo de cannabis. La hibridación permitió recortar significativamente el tiempo de floración, cuando se buscaba disfrutar las bondades de las sativas con los cortos periodos de floración de las índicas. O simplemente, cuando la finalidad era el cultivo de las Kush. Pero cuando se cultivaban kush, sin cruce alguno, era generalmente para la extracción de resina (hachís). De hecho, en las zonas de origen de las Kush, las plantas de esta genética se conocen como “hashplants”.
Sin embargo, debemos retroceder en el tiempo para explicar el origen del genotipo Kush (hashplant). Como sabemos, se trata de plantas achaparradas (tipo índica) y hojas con foliolos gordos, Ya hemos dicho que se trata de la subespecie cannabis indica ssp Afghanica. Ya hemos aclarado que los cultivadores pastunes tuvieron que “domesticar” las plantas durante bastante tiempo para obtener esta subespecie. Porque, en efecto, durante un largo periodo, el hachís que se empleaba era el proveniente del antiguo Turquestán y que se extraía de biotipos de hojas finas, a las que el gran botánico e investigador del cannabis, Vavilox, denominó C. Sativa. Pero que en realidad se trata del biotipo de cannabis que hoy en día se encuentra en el norte de la India (para hacer charas): el C. Índica ssp índica y que hasta los años treinta también se cultivaba en el norte de Afganistán. Aquellos campesinos, simplemente compararon las dos genéticas, la silvestre y la que se cultivaba y comercializaba en el antiguo Turkestán. Y claro está, la ganadora con creces fue la variedad silvestre: la Cannabis Indica ssp Afghanica.
El biotipo Cannabis índica ssp Afghanica se encontraba tan sólo de forma silvestre y en los márgenes del río Chitral. Por lo tanto, aquellos pastunes ya eran breeders que se encargaron de hibridar las matas de hoja fina con las silvestres de hoja ancha. El resultado fue una planta mejor para la extracción de resina. Hacia los años 70 ya prácticamente todas las plantas que se encontraban eran de hoja ancha. Pero insisto: fue un proceso que conllevó cierto tiempo. Hablamos de miles de kilómetros y semejante hazaña lleva tiempo y perseverancia.
Tres variedades de cannabis con genética KUSH de KETAMA SEEDS
KETAMA KUSH CRITIKUSH CREATION
Características de las Kush
Son plantas muy bien adaptadas a su lugar de origen. Y, por supuesto, especialmente indicadas para la extracción de resina.
Soportan bien la sequía y las inclemencias medioambientales a excepción de la humedad relativa alta. Están aclimatadas (al menos en su versión más pura) a lugares áridos de pluviometría escasa y vientos secos que deshidratarían a muchas otras genéticas. Igualmente soportan sin dificultades los días calurosos y las noches frías.
Su morfología es esencialmente columnar ya que, a pesar de ramificar abundantemente, las ramas tienen un ángulo de crecimiento muy reducido, hasta el punto de parecer estar pegadas al tallo principal en algunas ocasiones.
La distancia intermodal es corta y los tallos bastante gruesos. Las hojas son grandes, carnosas y de grandes foliolos. Las flores son muy compactas y con cálices muy resinosos. De hecho, toda la planta rezuma resina, de ahí su idoneidad para la obtención de hachís. La abundancia de tricomas se da, no solamente en las flores; también las hojas circundantes están repletas de cristal. Vistos bajo una lupa de gran aumento, llama la atención la descomunal cabeza de los tricomas. Cabezas que se desprenden con desconcertante facilidad, sea cual sea el sistema utilizado para la extracción. Aunque, por supuesto, las flores son excelentes por sí mismas, en realidad estas “hashplants” tienen su verdadera razón de ser en la obtención del mejor hachís. Se aprecia claramente la labor de selección llevada a cabo durante mucho tiempo por los granjeros pastunes.; granjeros que se convirtieron en fantásticos breeders por motivos económicos y un profundo conocimiento de la naturaleza que les rodeaba.
De hecho, gracias a esta selección hecha por el hombre y, sobre todo, al clima tan seco de la zona de origen, las flores son así de compactas. Estas mismas flores, en un clima húmedo, serían presa fácil de los hongos del tipo botritis.
Tienen un periodo de floración bastante rápido y no alcanzan una gran altura. Teniendo en cuenta que la copa de una planta (sea de cannabis o no) es el fiel reflejo de su sistema radicular, se deduce que las Kush tienen pocas y poco vigorosas raíces. Por lo tanto, el crecimiento de la planta se detiene desde el mismo momento en que comienza la floración. En consecuencia, es aconsejable dejarles bastante espacio entre planta y planta para que sus raíces puedan desarrollarse al máximo sin encontrarse con dificultades.
Aunque su tamaño no sea especialmente grande, debido a la imponente cantidad de resina y compactación de sus flores, la producción final es comparable a la de cualquier otra planta de tamaño bastante mayor.
Volviendo a la corta duración de su fase de floración, esta genética es muy interesante para potenciales hibridaciones con especies vegetales a las que la humedad y el frío afectarían muy negativamente.
Por último, hay que destacar su efecto. Es especialmente narcótico, lo cual la convierte en una variedad muy medicinal, especialmente para aquellos que padecemos estrés y/o insomnio. Y este rasgo se transmite también a sus posteriores hibridaciones. Si buscas un efecto más dinámico, quizás no debas cultivar esta genética.
Generalmente dan flores y hojas de tonos púrpura que las hace particularmente bellas. Este fenómeno se incrementa a medida que la floración se adelanta y, sobre todo, si los días son fríos. Algunas flores , al secarse, parecen verdaderamente negras, lo cual es muy impactante y exótico. Esto es debido, sobre todo, a las carencias nutricionales que se producen al final de su vidas, pero también a la presencia de ciertos flavonoides que aparecen a medida que la clorofila se degrada en otoño.
La mayoría de los cultivadores plantan cannabis por su efecto; en especial el psicoactivo. Pero también los hay, que como yo, encuentran en esta planta y su cultivo, una terapia contra el estrés y una experiencia cuya belleza resulta muy gratificante. Y lo mismo sucede con las propiedades organolépticas. A aquellos a los que tan sólo importa el colocón, no las valoran. Y es una lástima, porque el placer de inhalar una planta, cultivada de forma totalmente orgánica y por ti mismo, cuya fragancia sea una “delicatessen”, es más que un valor añadido: es una auténtica bendición de la naturaleza, una forma de agradecerte tus cuidados y cariños. Los pastunes son fieros guerreros para los que matar a otro ser humano carece de importancia. Y creedme que he visto a más de uno quedarse extasiado ante la fragancia de una planta cultivada “como Dios manda”.
Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo hace desde que los pastunes obtuvieron sus fantásticas kush. Quizás siglos, o milenios… Quizás nunca se sepa. Y, de hecho, desde que comenzamos a hibridarlas en occidente y, sobre todo, desde la guerra de Afganistán contra la URSS, la genética, el híbrido original, no se encuentra, y son muchos los que opinan que se ha perdido para siempre. Pero, en cualquier caso, el “apellido” Kush es de rancio abolengo y tiene bien merecido su pertenencia a la más alta aristocracia del cannabis. En un largo periplo, desde los más profundos valles del Hindu Kush hasta la vieja Europa y la dinámica California, viajó, hace ya medio siglo y a bordo de un destartalado autobús mágico, la leyenda Kush.
Propiedades organolépticas de la genética KUSH
Pocas genéticas de marihuana tienen las deliciosas propiedades organolépticas de las Kush. Como cualquier especie cuyos orígenes se sitúan en zonas áridas, las Kush desprenden aromas y olores asilvestrados con innumerables matices. Sin duda alguna, es una planta de sabor y olor dulce, pero sin llegar a ser empalagosa. Entre sus características más destacables, podríamos resaltar el delicado sabor a frutos rojos, como el arándano, la zarzaparrilla, las baya silvestre o la fresa ; y con un ligero toque de tomillo limonero.
Algunos cultivares tienen un sutil aroma a café. Y todos sus biotipos y fenotipos, desprenden el inconfundible olor terroso, propio de las genéticas que proceden de tierras secas y áridas.
En definitiva, podemos asegurar que, además de sus formidables características psicoactivas y medicinales, las genéticas de marihuana Kush poseen algunas de las propiedades organolépticas más buscadas entre los cultivadores más exigentes.